No tengo una respuesta satisfactoria. Probablemente diría que no importa, que son gustos, que todo es lo mismo... hedonear y morir en paz es lo único valioso. No todos tienen esa oportunidad. Ser el chango que sabe que sabe, no es fácil para nadie.
Por distintas razones, la tecnología tiene que ver con casi todos los aspectos de nuestra vida. No siempre fue así. Aún no lo es en muchísimos lugares, sin embargo, un invierno nuclear nos friega a todos por igual; y bajo esa horrible sombrilla, quienes sí formamos parte de la sociedad tecnificada debemos conocer como opera la tecnología que podría arruinarnos o ayudarnos a echar la hueva y observar el cielo para siempre.
Pues sí. Pretendo escribir un par de entradas acerca del LHC (Gran Colisionador de Hadrones) y preguntas frecuentes al respecto; no sin antes revisar brevemente como pasamos de Tierra-Agua-Viento-Fuego a toda esta locura con nombres impronunciables y máquinas colosales.
El Átomo
La existencia de los átomos, mucho después de ser teorizada, fue tomando forma física a partir de las mediciones del químico John Dalton en 1800. Las proporciones en las que ocurrían las reacciones químicas sugerían que todos los materiales estaban compuestos por números enteros de unidades (1 canica, 2 canicas. Nunca 3.76 canicas). El átomo de Demócrito. En otras palabras, la materia está formada por objetos minúsculos e indivisibles.
Pasarían otros 100 años para llegar a algo cercano a la idea moderna de átomo. J.J. Thomson, explicando observaciones hechas con espectroscopios, crea un modelo atómico que incluye el concepto de electrón (llamado corpúsculo, en ese entonces). El átomo de Thomson consistía en una pequeña distribución de carga positiva balanceada con la cantidad apropiada de corpúsculos de carga opuesta (diferente para cada elemento). El modelo de pudín de pasas, lejos de ser un artefacto estético, era una explicación consistente con los espectros registrados para diferentes elementos químicos. Hans Geiger (el del contador Geiger) y Ernest Marsden construyeron un aparato que dirigía un rayo de partículas alpha hacia una placa de oro. El resultado que se esperaba, según el modelo de Thomson, era que las partículas alpha pasaran de largo debido al minúsculo tamaño de los corpúsculos de carga negativa, sufriendo en cambio, una pequeña desviación debido a la carga positiva débilmente distribuida por el átomo. Distinto a lo esperado, algunas partículas alpha rebotaban en direcciones aleatorias al chocar contra la placa de oro. La razón: el átomo contiene una sola carga positiva concentrada en un punto minúsculo. De este experimento se derivan 2 ideas:
Órale. Sin estar seguros de las dimensiones reales de un átomo, simplemente contando la cantidad de colisiones, se asumió correctamente que el núcleo de un átomo era extremadamente pequeño. Uno de los primeros colisionadores de partículas ya estaba rindiendo frutos. Sin estos experimentos tan esotéricos en naturaleza, no tendríamos CRTs y lo que vino con ellos (monitores y televisión, entre otras cosas).
El modelo propuesto por el dueño del laboratorio (Ernest Rutherford), consistía en una analogía miniatura del sistema solar. Demasiado estética para ser real, por desgracia. Los electrones giraban alrededor del núcleo como pequeños planetas, sostenidos por una combinación de las fuerzas naturales conocidas en la época (la teoría clásica de la gravedad y el recién estrenado electromagnetismo). La imagen [izquierda] de este modelo aún sigue vigente en la cultura popular y, a decir verdad, no es una mala analogía. Es fácil de recordar y agradable al ojo humano. El núcleo debería ser más pequeño que el resto del átomo; unas 100'000 veces más pequeño.
¿Por qué se la pasan haciendo modelos y modelos? ¿Qué a nadie se le ocurrió fabricar un supermicroscopio y fotografiar un átomo?
Para poder ver algo, ese algo debe ser lo bastante grande como para reflejar la luz. La luz es una partícula minúscula (fotón) creada en una infinidad de eventos naturales. En nuestro caso, la mayoría de los fotones que llegan a nuestros ojos, provienen del Sol y, por fortuna, no podemos verlos en todas sus presentaciones. El Sol emite toda clase de fotones que son absorbidos y re-emitidos por objetos en la Tierra; nuestros ojos solo captan los que están capacitados para detectar. Naturalmente y por pura curiosidad, se desarrollarían ojos artificiales para detectar distintos tipos de luz. Casi todas las imágenes del espacio fuera del sistema solar, son composiciones de luz a distintas frecuencias.
El pequeño arco-iris es la porción del espectro que nosotros podemos ver de manera natural. El telescopio espacial Hubble, por ejemplo, puede detectar un rango más amplio, en ambas direcciones. Es posible usar el mismo principio para ver un átomo: utilizar un rango de frecuencia de luz con una longitud de onda lo suficientemente pequeña. Algo así como dispararle bolitas de rayos gamma y cacharlas de regreso para pintar una imagen según van rebotando. El problema está en que para aumentar la frecuencia de un fotón, es necesario agregarle energía y esto, inevitablemente, genera otra cascada de situaciones: un fotón energético absorbido y re-emitido por un átomo puede cambiar las propiedades del último, alternado su estado original en un intento por fotografiarle.
En la siguiente entrada les platico como sigue la historia y a donde nos lleva el modelo atómico de Rutherford.
Imágenes
Por distintas razones, la tecnología tiene que ver con casi todos los aspectos de nuestra vida. No siempre fue así. Aún no lo es en muchísimos lugares, sin embargo, un invierno nuclear nos friega a todos por igual; y bajo esa horrible sombrilla, quienes sí formamos parte de la sociedad tecnificada debemos conocer como opera la tecnología que podría arruinarnos o ayudarnos a echar la hueva y observar el cielo para siempre.
Pues sí. Pretendo escribir un par de entradas acerca del LHC (Gran Colisionador de Hadrones) y preguntas frecuentes al respecto; no sin antes revisar brevemente como pasamos de Tierra-Agua-Viento-Fuego a toda esta locura con nombres impronunciables y máquinas colosales.
El Átomo
La existencia de los átomos, mucho después de ser teorizada, fue tomando forma física a partir de las mediciones del químico John Dalton en 1800. Las proporciones en las que ocurrían las reacciones químicas sugerían que todos los materiales estaban compuestos por números enteros de unidades (1 canica, 2 canicas. Nunca 3.76 canicas). El átomo de Demócrito. En otras palabras, la materia está formada por objetos minúsculos e indivisibles.
Pasarían otros 100 años para llegar a algo cercano a la idea moderna de átomo. J.J. Thomson, explicando observaciones hechas con espectroscopios, crea un modelo atómico que incluye el concepto de electrón (llamado corpúsculo, en ese entonces). El átomo de Thomson consistía en una pequeña distribución de carga positiva balanceada con la cantidad apropiada de corpúsculos de carga opuesta (diferente para cada elemento). El modelo de pudín de pasas, lejos de ser un artefacto estético, era una explicación consistente con los espectros registrados para diferentes elementos químicos. Hans Geiger (el del contador Geiger) y Ernest Marsden construyeron un aparato que dirigía un rayo de partículas alpha hacia una placa de oro. El resultado que se esperaba, según el modelo de Thomson, era que las partículas alpha pasaran de largo debido al minúsculo tamaño de los corpúsculos de carga negativa, sufriendo en cambio, una pequeña desviación debido a la carga positiva débilmente distribuida por el átomo. Distinto a lo esperado, algunas partículas alpha rebotaban en direcciones aleatorias al chocar contra la placa de oro. La razón: el átomo contiene una sola carga positiva concentrada en un punto minúsculo. De este experimento se derivan 2 ideas:
- Toda la carga positiva de un átomo está concentrada en un solo punto
- Los átomos son, principalmente, espacio vacío.
Órale. Sin estar seguros de las dimensiones reales de un átomo, simplemente contando la cantidad de colisiones, se asumió correctamente que el núcleo de un átomo era extremadamente pequeño. Uno de los primeros colisionadores de partículas ya estaba rindiendo frutos. Sin estos experimentos tan esotéricos en naturaleza, no tendríamos CRTs y lo que vino con ellos (monitores y televisión, entre otras cosas).
El modelo propuesto por el dueño del laboratorio (Ernest Rutherford), consistía en una analogía miniatura del sistema solar. Demasiado estética para ser real, por desgracia. Los electrones giraban alrededor del núcleo como pequeños planetas, sostenidos por una combinación de las fuerzas naturales conocidas en la época (la teoría clásica de la gravedad y el recién estrenado electromagnetismo). La imagen [izquierda] de este modelo aún sigue vigente en la cultura popular y, a decir verdad, no es una mala analogía. Es fácil de recordar y agradable al ojo humano. El núcleo debería ser más pequeño que el resto del átomo; unas 100'000 veces más pequeño.
¿Por qué se la pasan haciendo modelos y modelos? ¿Qué a nadie se le ocurrió fabricar un supermicroscopio y fotografiar un átomo?
Para poder ver algo, ese algo debe ser lo bastante grande como para reflejar la luz. La luz es una partícula minúscula (fotón) creada en una infinidad de eventos naturales. En nuestro caso, la mayoría de los fotones que llegan a nuestros ojos, provienen del Sol y, por fortuna, no podemos verlos en todas sus presentaciones. El Sol emite toda clase de fotones que son absorbidos y re-emitidos por objetos en la Tierra; nuestros ojos solo captan los que están capacitados para detectar. Naturalmente y por pura curiosidad, se desarrollarían ojos artificiales para detectar distintos tipos de luz. Casi todas las imágenes del espacio fuera del sistema solar, son composiciones de luz a distintas frecuencias.
El pequeño arco-iris es la porción del espectro que nosotros podemos ver de manera natural. El telescopio espacial Hubble, por ejemplo, puede detectar un rango más amplio, en ambas direcciones. Es posible usar el mismo principio para ver un átomo: utilizar un rango de frecuencia de luz con una longitud de onda lo suficientemente pequeña. Algo así como dispararle bolitas de rayos gamma y cacharlas de regreso para pintar una imagen según van rebotando. El problema está en que para aumentar la frecuencia de un fotón, es necesario agregarle energía y esto, inevitablemente, genera otra cascada de situaciones: un fotón energético absorbido y re-emitido por un átomo puede cambiar las propiedades del último, alternado su estado original en un intento por fotografiarle.
En la siguiente entrada les platico como sigue la historia y a donde nos lleva el modelo atómico de Rutherford.
Imágenes
Estas explicaciones me sirvieron muchisimo en mi tarea de química, explica de una manera sencilla, breve y de manera entendible. Muy buena, recomiendo que lo lean.
ResponderEliminarputos
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