viernes, 5 de diciembre de 2014

La Crisálida

Ya no quedaban muchos de ellos. Los creyentes no eran tan inteligentes, algunos sí, pero la mayoría no. Por mucho tiempo pensé que realmente era culpa de ellos el haberse extinguido. Cuando nos encontrábamos dentro de La Crisálida tuvimos mucho tiempo para meditar. Muchas de las cosas que discutíamos los pocos que habíamos ahí (digo pocos entre comillas porque éramos miles, 17,346, para ser más exactos) era que cómo era posible no asustarse viendo el meteoro acercarse a toda velocidad y aun así creer que una fuerza superior nos iba a salvar. Supongo que Darwin atesora a los más preparados.

Aún recuerdo la noticia. Al principio no era una amenaza, al menos eso se pensaba, pero El Espacio… el maldito Espacio es tan traicionero.

Por azares del destino (o ya ni sé si sea azar. Siete años y medio encerrados te hacen dudar hasta del azar del Universo) esa bola de lumbre cayó. Solo vimos el fuego acercarse en unas pantallas, y después de eso, sentimos el vibrar de la Tierra. No más. Fue nuestro último contacto con el exterior.

En algunas ocasiones nos preguntábamos si La Crisálida iba a aguantar el impacto. ¡Mierda!, quién no se va a preguntar eso cuando es tu último pedazo de salvación. Pero era nuestra única esperanza. Aunque no sé si llamarlo esperanza cuando la ingeniería y la imaginación de los mejores calculaba que era un hecho que íbamos a sobrevivir. Pero pues ejemplos de excelente ingeniería tirada a la basura hay por muchos lados, incluso en el mismo fabricante de La Crisálida.

Pero pues era lo que había. No había más. Este país fue de la manera en que se preparó, y le resultó. Aunque los resultados no fueron lo esperado. Me refiero a que, millones de vidas se perdieron, supongo. Otros países hicieron lo suyo. No sé si fueron exitosos.

Yo siempre he sido escéptico, pero no era tan cínico como ahora. Aunque los dos conceptos muy seguidamente van juntos. Cuando propusieron la primera selección de los elegidos, no fue fácil digerirla, ¿qué se espera de una propuesta hecha por políticos en donde no hay científicos? Proponían que, solamente científicos sobrevivieran para que poblaran de nuevo el mundo con su intelecto y con su gran capacidad. Chingado. A quién se le ocurre que un montón de nerds se van a reproducir. ¿Y luego si alguien era gay y no había salido del closet? ¿Se iba a querer reproducir? ¿Se sacrificaría por el bien de la humanidad?

Realmente los requisitos fueron bastantes, entre ellos: heterosexuales solamente, en edad de procrear, científicos, que no tuvieran antecedentes en familiares de diversas enfermedades, de familia longeva, los hombres con un buen conteo de espermas, las mujeres fértiles, sin aparente problema de procrear. Y miles de cosas más. Me faltó aclarar que la propuesta fue como la décima. Es difícil pensar que quien estaba haciendo la lista tenía que tener cordura puesto que ellos no iban a ser incluidos.

Esta fue la manera oficial. La del gobierno. No faltaron los ricos en hacer sus propias crisálidas, hubo un par que quería hacer una solamente para ellos y su familia, obviamente incluyendo servidumbre. Pero los rumores dicen que fueron invadidos por gente que también quería sobrevivir. Al parecer la servidumbre fue la que esparció el rumor, y se unieron para que el día que iban a cerrar las puertas, se metieran a la fuerza. Los rumores dicen que hubo disparos. Ya no se puede confiar en la servidumbre. Hay más historias sobre otras construcciones, pero no sé qué tan ciertas sean.

Nuestra Crisálida estaba fortificada, con muros altos, torres de defensa, soldados, aviones de caza, tanquetas, armas, municiones… muchas municiones. No se esperaba que los soldados nos fueran a proteger de la muchedumbre, pero lo hicieron. Mancharon sus manos de sangre. Cuando se cerró la puerta, ya no había atrás. Nadie podía entrar. La mayoría nos quedamos juntos, algunos en posición fetal, algunos tomados de la mano, algunos solitarios con su mente vagando no sé en qué parte. 17,346.

Los primero meses fueron los más difíciles, lógicamente. Algunos no daban crédito todavía. Pero parte de nuestro trabajo era animarnos, sacarnos de los pensamientos y lágrimas, y empujarnos hacia la meta común. Los humanos siempre tenemos la meta de sobrevivir, pero ¡carajo!, no en estas condiciones.

La Crisálida, aparte de ser nuestra cápsula de salvación, estaba cubierta con una especie de cúpula que la protegía. Fuera de La Crisálida había cámaras, robots, antenas, filtros, sensores de temperatura, humedad, y muchas cosas que, al pasar 10 años, se iban a activar de nuevo. Al abrir la cúpula, estos instrumentos quedarían al aire libre para tratar de comunicarnos y medir nuestro entorno. La cúpula también tenía los mismos dispositivos, sin embargo, todos se jodieron, con excepción de una cámara que nos transmitía el exterior. Sin embargo, la imagen siempre ha estado negra. Siempre. La pantalla sirve, puesto que la probamos con otro dispositivo dentro de La Crisálida, pero suponemos que el polvo no ha bajado. Hace como un año, un equipo de quince personas salió de La Crisálida al espacio entre ésta y la cúpula para asomarse por las ventanas. Todo negro. Encontraron el cuerpo de uno de los soldados, el que cerró la puerta de la cúpula. Supongo que quiso entrar en La Crisálida pero como no se abre por fuera, no pudo, y nosotros no lo escuchamos. Encontraron casquillos y unos hundimientos de bala en la puerta de acero de La Crisálida, pero se gastó todas las balas, no dejó una para matarse. Murió de hambre.

Entre nosotros había muchos astronautas. Su experiencia en la Estación Espacial Internacional nos había ayudado a sobrevivir. Ellos fueron los que primero fueron escogidos. Aunque algunos, se quedaron en el Espacio para ver el evento desde allá. La última misión que fue a la Estación que iba a recoger a los astronautas, también llevó unas pastillas para dormir. Yo creo que yo hubiera hecho lo mismo. Un boleto para un asiento delantero para ver la destrucción de tu planeta no te lo venden todos los días.

Siete años y medio después, ya no somos los mismos que estábamos al inicio. Los dormitorios estaban aislados. Todos dormíamos casi amontonados. Desafortunadamente tuvimos una fuga de dióxido de carbono que mató a casi todos mientras dormían, solamente quedamos nueve, los que estábamos de guardia fuera de los dormitorios. Entre esos nueve está mi hijo de tres años. Ocho adultos y un menor no son como que el mejor equipo para repoblar la Tierra.

Lo difícil fue decidir qué hacer con los cuerpos. La primera idea fue poner a todos en el espacio entre La Crisálida y la cúpula. Pero no iban a caber. Aparte, ¿cómo íbamos a salir después cuando fuera hora de salir con el montón de cuerpos estorbando? Terminamos por decidir en dejarlos en los dormitorios. Después de arreglar los ductos del dormitorio, sellamos la puerta principal de los dormitorios y los dejamos ahí, inertes. Pudriéndose. Todos y cada uno.

Perdimos mucho conocimiento con los muertos, muchos no sabemos operar todo el equipo de La Crisálida. Aunque uno de las actividades consistía en entrenarnos unos a otros en nuestras áreas de expertise, necesitamos a los expertos. Nos quedamos yo, que soy microbiólogo, dos farmacéuticos (uno con diabetes), dos matemáticas, una geóloga, un filósofo, y mi hijo. Ni un pinche ingeniero. En estos momentos realmente me estoy preguntando quién chingados aprobó que vinieran los filósofos. Pero no tengo a quién reclamarle. A lo mejor sí tengo, pero no lo voy a poder hacer porque nunca lo voy a conocer.

Solamente estamos esperando, sobreviviendo. Como podemos. Tratamos de abrir la puerta de La Crisálida para salir pero está descompuesta. Varios de nuestros equipos ya no sirven y no hay nadie que los pueda reparar. Estamos contemplando un suicidio en grupo, pero es fácil decirlo porque los demás no tienen a su crío con ellos. Aunque, para ser sinceros, no es justo que me ponga así porque todos perdieron al suyo en los dormitorios.

Supongo que la salida “fácil” será que alguien le quite la vida a mi hijo para no tener que hacerlo yo. Lo tendrían que hacer cuando yo ya me haya ido. Trataré de convencer a alguien.

Hay mosquitos. En mi vida pasada odié los mosquitos. Ahora, ya dejo que se atraganten de sangre y que queden bien panzones. ¿Ya qué?

En el tablero principal hemos dejado las bitácoras de estos siete años. No es mucho. Los primeros tres años tienen mucha información. Después, a medida que el autoestima fue bajando dejamos de actualizarlas tan seguido.

Espero que alguien encuentre este escrito, mi letra no es la mejor, pero ya nadie tiene ganas ni de dejar una nota. Solo espero que la encuentren, si es que pueden abrir la puerta de la pinche crisálida.


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