Por fin pude terminar de leer el libro de Martín Peña: “El Libro de Bioquantum”. La refutación puntual de afirmaciones es inútil cuando la argumentación que las sustentan es débil. En el capítulo 5, el Profesor Peña recomienda “estudiar” las películas: Matrix, Monsters Inc., La Isla y la serie animada Dragon Ball Z (cap. 13). La industria del entretenimiento es una mala aliada. Nada distinto de utilizar un argumento juvenil, citando a algún músico como autoridad moral.
Para hacer afirmaciones como la que pego a continuación, hace falta ignorar por completo la realidad (énfasis mío en todas las citas):
“¿Quieres saber cómo desterrar enfermedades de cáncer y sida en cualquier persona? Aplicando la terapia del perdón, no hay de otra. [...] Te lo digo por experiencia; tengo documentados cientos de casos de personas que se encontraban en ‘fase terminal’, y gracias a que he aplicado en ellos esa hermosa técnica personalmente, ahora están restablecidos por completo. ¿Cómo la ves desde ahí?”Es inmoral trivializar el estado de salud de personas con problemas reales. Nadie se enferma de cáncer por pensar negativamente y el SIDA no se originó por la represión social contra la “comunidad gay” (lo que sea que eso signifique). No se de donde viene esta necedad de pensar que la naturaleza se comporta de acuerdo a nuestras abstracciones acerca de ella. A la naturaleza no le importa si sacamos 5 en un examen, si nos dio tuberculosis o si dejamos de respirar. Los procesos biológicos son ajenos a lo que se genera dentro de nuestro cerebro; ocurren sin importar lo que opinemos. Martín Peña no tiene bases para sostener lo que afirma.
Un tema que no tiene nada de nuevo, pero ha resucitado con furia, es el paradigma de la dualidad. Posiblemente, debido las múltiples interpretaciones de teorías físicas “recientes” (como la mecánica cuántica), la escala sub-atómica se convirtió en un comodín para albergar toda especulación acerca de los porques de nuestra existencia. En corto, la dualidad de la que hablan los alternativólogos se refiere a nuestra concepción de la realidad como un compuesto de elementos independientes, en lugar de un continuo con pequeñas “arrugas”. Se dice que somos uno con el universo y todos los problemas de nuestra especie se deben a que decidimos aceptar esta separación de entidades como verdadera. Estoy de acuerdo con “somos uno con el universo”, en el sentido físico, estrictamente. Estamos hechos de los mismos materiales y los mismos materiales se observan en otros lugares del universo. Cualquier otra conclusión a partir de ese hecho es arriesgada. Quiero decir, hasta el momento sólo conocemos un planeta habitado en todo el universo*. ¿Por qué creer que reconocer nuestra conexión con la naturaleza va a librarnos de los procesos biológicos que ocurren en el planeta que habitamos? Las mutaciones genéticas también son procesos naturales; nos referimos a ellas como herencia evolutiva o cáncer dependiendo de las circunstancias. ¿Se reirán de nosotros los demás simios por tener tan poco pelo?
*Dos, si incluímos a “Blue Star”.
“[...] Vas a pensar que es una “charrita” la que te acabo de contar, pero, si estudias física nuclear o física cuántica te vas a dar cuenta de lo que estoy hablando. Por eso yo amo a los científicos, ellos no son tan ateos como los tienes catalogados, porque ¡vaya que conocen a Dios!; lo entienden mucho mejor que cualquier “religioso de hueso colorado”. [...] los verdaderos y devotos fervientes de la física, descubren en la energía el origen de la vida misma. ¿No es sorprendente? [...]¡Arriba la física cuántica!”- http://escueladebioquantum.com/Capitulo11.htm
¿Cuántos problemas encuentra usted con esta cita? Es un buen ejemplo del cuestionable estilo de este texto. Yo siempre he dicho que sólo los verdaderos escoceses saben tomar whiskey. ¡Se lo digo yo! El Sr. Peña acertó al asumir que esperaba con ansias el capítulo 16. Por razones distintas, pero al menos estamos de acuerdo en algo.
Es en este capítulo donde se discute la técnica del bioquantum. El sustento de la técnica viene provisto por una serie de anécdotas que tengo dificultad para creer. Ejemplos: Martín Peña curó la ceguera congénita de un adulto mediante una cirugía “etérica” y salvó del VIH a un señor de edad avanzada. Lamento decepcionarles, pero el bioquantum no es diferente del Reiki y un optimismo desmedido e irresponsable.
Del “Libro de Bioquantum”, capítulo 16:
“Con la palma de las manos se procede a percibir las desarmonías o presencia de seres sutiles, desde la cabeza hasta los pies del paciente, sin tocar su cuerpo físico. [...] Las posibles fracturas que dejen los seres sutiles al transmutarlos deben ser restauradas por medio de energía a través de las manos. ¿Cómo? ‘Bañando’ literalmente el lugar afectado con brillantes chorros energéticos compuestos de millones de esferitas multicolores que salen de tus manos sanadoras. Debes saber que en el momento mismo que se retira a los seres sutiles de un enfermo ya conseguiste el 50% de la curación.”Sostengo lo que dije. Me parece inmoral que una persona afirme poseer conocimiento para abusar de la ignorancia de otros y trate de pasar fantasías infantiles por recomendaciones médicas.
El libro falló en cumplir sus promesas, independientemente de mi flaco análisis. No es un tratado de física cuántica (nada de estadística, álgebra lineal, relatividad especial o electrodinámica por ningún lado). Tampoco es un libro de medicina; el negacionismo del SIDA es una frontera superada. Es un mal libro de “teoría del new age” (demasiadas inconsistencias y vaguedad en la definición de términos). Tampoco es un libro de auto-ayuda: en el caminar del bioquantum uno debe participar con seres superiores (para eventualmente convertirse en uno). ¿Qué será? Sólo Martín Peña conoce la respuesta.
¿Cosas positivas? "El Libro de Bioquantum" es gratis. Bien por usted, Martín.